«Iron Man 3»: la humanización de Tony Stark

Año: 2013
País: EE.UU. & China
Dirección: Shane Black
Guión: Drew Pearce & Shane Black, basado en la novela gráfica de Stan Lee, Don Heck, Larry Lieber & Jack Kirby
Producción: Kevin Feige
Fotografía: Joh Toll
Música: Brian Tyler
Montaje: Peter S. Elliot & Jeffrey Ford
Diseño de producción: Bill Brzeski
Dirección artística: Second Chan, John Eaves, Alan Hook, Desma Murphy, Jay Pelissier & Brian Stultz
Decorados: Danielle Berman
Vestuario: Louise Frogley
Reparto: Robert Downey Jr, Gwyneth Paltrow, Rebecca Hall, Guy Pearce, Ben Kingsley, Paul Bettany, Don Cheadle, Jon Favreau, William sadler, James Badge Dale, Stephanie Szostak, Stan Lee, Bingbing Fan, Yvonne Zima, Dale Dickey, Ty Simpkins, Ashley Hamilton, Mel Ferrer, Xueqi Wang, Spencer Garrett, Bridger Zadina, Indra Patel, Jenna Ortega, Stephen L. Cohen, Chris Gethard, Meghan Aruffo, Noa Lindberg, Denise Vasquez, Mark Kubr, Jen McPherson, Marcus Natividad, Jim Gunter, Crisann Peters, Joseph Velez, Roy McCrerey, Rustam Branaman, Lorraine Caporaso, Mark Guy Thompson, Matt Nye, Carolyn Foland, Laura Avery, Michel Lovern…

Antes de comenzar con mi crítica de la película, no puedo más que agradecer a Jon Favreau que declinara dirigir la tercera entrega de Iron Man, así como a Robert Downey Jr que recomendara a Shane Black, con quien había trabajado en Kiss Kiss, Bang Bang. Al ser un servidor uno de esos raros especímenes que odiaron la primera y no encontraron tan estimulante la segunda, más por la propaganda política que había detrás de la actitud del personaje que porque no fueran películas entretenidas, que realmente lo eran, acudo a la sala de proyección sin mayores expectativas en esta ocasión. Queda claro que la incorporación de Black sirve para imprimir a la película una mirada diferente, que no sólo se limita a la humanización de su protagonista, sino a integrar el relato en un contexto político mucho más cercano a la realidad contemporánea, reflexionando verdaderamente sobre los orígenes del llamado ‘eje del mal’.

Iron Man 3 se presenta como el final de una trilogía, no sé si tanto porque sus artífices lo hayan decidido así, como porque la película encierre ese sentimiento. Al menos Gwyneth Paltrow no piensa volver para otra (gracias a Dios). Los fans más talibanes considerarán que la película ha disminuido en cuanto al contenido de acción, cuyas secuencias conservan la misma espectacularidad, pero aumenta proporcionalmente su profundidad dramática, resultando el relato mucho más emocionante.

Igual que el desplome del World Trade Center servía para revelar que la considerada nación más poderosa del mundo podía ser abatida de formas que no había ni imaginado, Tony Stark resulta ser también vulnerable, lo que permite que el espectador sienta el mismo vértigo que el personaje. Además, es él mismo quien hace ese ejercicio de reflexión que todavía no han conseguido realizar los estadounidenses, algo más de una década después del 11-S, que le lleva a conclusiones mucho más inteligentes que a las que llegaba en sus títulos previos.

Si al principio se centra más en los personajes, progresivamente va cediendo espacio a la acción, para terminar siendo ese relato trepidante que todos estaban esperando y al cual un servidor ya está plenamente entregado.

Puedes leer la crítica completa en EXTRACINE

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