Antón García Abril: músico, poeta e inconformista

Antón García Abril

Nacido en Teruel, un 19 de mayo de 1933, Antón García Abril es uno de los más prolíficos compositores españoles que, con una extensa y espléndida obra sinfónica, inicia una sólida carrera en la gran pantalla que se extiende después a la pequeña pantalla y sus diferentes formatos audiovisuales.

Iniciado por su propio padre en el mundo de la música de bandas -única posibilidad musical para una ciudad de provincias de la época-, le enseña solfeo, le introduce en una banda y le transmite el entusiasmo por descubrir nuevos sonidos. De esta manera, García Abril inicia sus estudios musicales en Valencia, para continuarlos después en Madrid y finalmente en el extranjero, en Siena y en Roma.

En 1958 forma parte del grupo Nueva Música, una formación que conduce la música española hacia nuevas formas de expresión artística. Inpulsado por Ramón Barce y financiados por Enrique Franco, se trata de un movimiento breve, pues esas ansias por alcanzar a las nuevas generaciones de músicos europeos conducen al grupo a la disolución, debido a los múltiples caminos artísticos representados por sus integrantes entre los que se encuentran Cristóbal Hajffner, Luis de Pablo, Manuel Moreno-Buendía y Alberto Blancafort.

Su carrera cinematográfica despunta con la película Torrepartida (1956), dirigida por Pedro Lazaga, con quien inicia una larga y fructífera colaboración a lo largo de numerosos títulos del más popular cine español de la época, ente los que se encuentran Muchachas de azul (1957), Los traposos (1959), Los económicamente débiles (1960), La ciudad no es para mi (1966) o Sor Citröen (1967), con la que estalla en España el fenómeno dabadaba.

El dabadaba, como finalmente ha dado en llamarse este desenfadado estilo musical, no es más que un sonido con base bossanova que se contagia a otros compositores españoles de la época como Waldo de los Ríos y Augusto Algueró. Resulta difícil establecer quien es el precursor original de un estilo musical que ha trascendido hasta nuestros días a través de formaciones musicales como Fangoria, Penélope y Carlo o Calígula 2000; pero si internacionalmente, Francis Lai es el baladí del fenómeno gracias a la partitura que compone para el filme Un hombre y una mujer (Un homme et une femme, 1966, Claude Lelouch), en España no se puede considerar que fuera otro que el maestro Antón García Abril, que ofrece en ese mismo año una partitura de similares características en Lola, espejo oscuro (1966, Fernando Merino). Un estilo que desarrolla a lo largo de títulos como la citada Sor Citröen, El turismo es un gran invento (1968, Pedro Lazaga) o Las Ibéricas F. C. (1971, Pedro Masó), y que termina por afianzar una moda musical que también se extiende a la pequeña pantalla a través, sobretodo, de la publicidad de Phillips y Fundador. El dabadaba acabaría por establecer una identificación con la época que se denominara del desarrollismo, vinculado a las producciones de José Luis Dibildos, Pedro Masó o Vicente Escrivá y que coincide -o aprovecha- un intento de apertura de la Administración. Un cine que constituye la cara más amable del viejo cine que se realiza con el auspicio del Régimen Franquista a través de directores como Fernando Merino, Fernando Fernán Gómez, José María Forqué, Javier Aguirre, Ramón Fernández, Roberto Bodegas o el mencionado Pedro Lazaga.

Con la llegada de la democracia, Antón García Abril, inicia una nueva etapa, mucho más gasificaste al poder contar con mucha más libertad creativa en un cine de autor para directores como Mario Camus o Pilar Miró. Asimismo, fructifica una espléndida etapa televisiva en series de prestigio para RTVE como Fortunata y Jacinta (1979, Mario Camus), Ramón y Cajal (1982, José María Forqué), Anillos de oro (1983, Pedro Masó) o Brigada Central (1989, Pedro Masó). Una etapa en la que destaca sobremanera la banda sonora de la mítica serie documental El hombre y la tierra (1974-1980, Félix Rodríguez de la Fuente).

Toda esta actividad dentro de la industria audiovisual no impide que Antón García Abril desarrolle una fértil actividad dentro de la música sinfónica a través de cantatas, ballets, óperas y operetas entre las que destacan Doce canciones sobre texto de Rafael Alberti (voz y orquesta, 1969), Divinas palabras (ópera, 1992), Nocturnos de Antequeruela (piano y orquesta, 1996), Concierto de las tierras altas (violonchelo y orquesta, 1999) y el ciclo de canciones inspirados en los poetas españoles.

Defensor de la búsqueda de equilibrio entre técnica e intuición musical como requisitos indispensables para un compositor culto y responsable: El punto de encuentro entre intuición y técnica debe ser, según mi opinión, la aspiración máxima del compositor para lograr el justo equilibrio de la obra técnicamente bien hecha, al mismo tiempo que se proyecte sobre nosotros como lenguaje de comunicación culto y sensible.

Garíca Abril considera que una obra sólo está completa una vez ha pasado por tres fases imprescindibles: compositor, intérprete y público. Para él, el compositor de una obra no es, necesariamente, su mejor ejecutor, siendo siempre más estimulante la aportación de un intérprete, y que sólo cuando es escuchada por el público se completa la ecuación artística, justificando y premiando plenamente la labor del compositor. Para el turolense la mejor manera de ser universal y llegar artísticamente al mundo entero, como hicieran los compositores que más le influyeran como Béla Bartók, Maurice Ravel, Claude Debussy o Sergéi Rachmaninoff, consiste en ser originalmente local, auténticamente español.

Desde 1974 compagina su labor profesional como compositor con la docencia al comenzar a impartir clases como catedrático de Composición y Formas Musicales en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. También es Director de la cátedra Manuel De Falla de Cádiz y profesor de composición de los cursos de verano Música en Compostela.

Elegido miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1982, también lo es de la Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, desde mayo de 1995, nombrándole, por unanimidad, Académico de Honor en enero de 2003; además es elegido, en 1997, miembro de la Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias de Granada, de la Academia Nacional de las Bellas Artes de la República Argentina, en 2000, y de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, en 2001.

Por si fuera poco, está en posesión de numerosos premios y galardones entre los que destacan:

  • Premio Nacional de Música 1993.
  • Medalla de oro de las Bellas Artes, 1998.
  • En el 2003 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid.
  • Medalla de oro del Real Conservatorio Superior de Música de, 2004.
  • Profesor Honorario del Conservatorio Nacional  de Música de Lima
  • Doctor Honoris Causa por la Universidad de las Artes de La Habana (Cuba)
  • Presidente de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero

En la actualidad se inclina por la composición de música de cámara, en lo que constituye para él una manera de ir a lo esencial y en la que encuentra, además, intimidad.

El programa se distribuye en las siguientes sesiones:

  1. Antón García Abril: músico, poeta e inconformista
  2. Fernando Fernán Gómez: cineasta, crítico y feminista
  3. José Luis Sáenz de Heredia y el cine a favor del sistema
  4. Francisco Merino y el cine contra el sistema
  5. José Luis Dibildos y el cine del desarrollismo
  6. Pedro Lazaga y el cine popular
  7. Ossorio, Klimovsky y el cine de género
  8. Mario Camus y el cine de la democracia
  9. Pilar Miró y la televisión

Coordinación y presentación: Luis M. Álvarez
Programado en abril mayo y junio de 2010 para Hostal de Sal

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