Madre con sus hijos en Raised by wolves

«Raised by wolves»: la lucha por la supervivencia entre la razón y la superstición

Un robot sujeta en sus manos un feto humano mientras le mira inténsamente en el cartel de Raised by wolvesAño de estreno: 2020
País de producción: EE.UU.
Creación: Aaron Guzikowski
Dirección: Luke Scott, Alex Gabassi, Sergio Mimica-Gezzan, Ridley Scott & James Hawes
Guion: Aaron Guzikowski, Heather Beilson, Karen Campbell, Sinead Daly & Donald Joh
Producción: Aaron Guzikowski & Jon Kuyper
Cinematografía: Ross Emery, Erik Messeschmidt & Darius Wolski
Montaje: Jennifer Barbot, Michael Ruscio, Christopher S. Capp & Claire Simpson
Música: Marc Streitenfeld & Ben Frost
Diseño de producción: Tom McCullagh, Chris Seagers, & Jonathan McKinstry
Dirección artística: Jonathan Hely-Hutchinson, Brett Hirson, Malwande Sigabi & Fiona Gavin
Decorados: Maria Labuschagne, Caroline Walker & Celia Bobak
Vestuario: Kate Carin & Janty Yates
Reparto: Amanda Collin, Abusakar Salim, Winta McGrath, Travis Fimmel, Nianh Algar, Jordan Loughran, Felix Jamieson, Ethan Hazzard, Aasiya Shah, Ivy Wong, Clayton Evertson, Loulou Taylor, Matias Varela, Susan Danford, Litha Bam, Garth Breytenbach, Anlia van Rensburg, Shoko Yoshimura, Jenna Upton, Daniel Lasker, Avuile Qongqo, Nala Khumalo, Chris Fisher, Sienna Hurst, Tristan de Beer, Tanya van Graan, Tarryn Wyngaard, Kabelo Bouga Chalatsane, Aaron Muchanyu, Grace Li, Cosmo Jarvis, Brendan Sean Murray, Adrian Schiller, Fadzai Simango, Lee-Shane Booysen, Jack Hawkins, Steve Wall, Ignild Lakou, Isla Grace Hounsom, Owen de Wet, Colleen Knox, Munro Valley-Omar, DeVille Vannik, Brett Williams, Courtney Michael, Joshua JAmes, Bronte Carmichael, Maya Seuffert, Sienna Guillory, Gerrard Lewu, Liam de Wet, Milton Schorr, Carolyn Forword, Tamer Burjaq, Jadon Holdsworth, Pope Jerrod, Luhle Mbili, Dineo Pikini, Alistair Davis, Imaad Sasman, Danie Janse Van Rensburg, Awissi Idunn Lakou, Zac Wastie, Danny Ross, Clyde Berning, Kelsey Egan, Bart Fouche, Aqeelah Gilfillan, Brashaad Mayweather, Tye Thorne, Jenny Umbhau…
Distribución en España: Canal TNT

No es tanto con el pan debajo del brazo como con los prejuicios y estereotipos de sus progenitores con lo que los bebés vienen al mundo. Es inevitable. No se trata de adoctrinamiento sino de la mera transmisión cultural. No importa en el seno de qué cultura nacen, pero a medida que crecen y se desarrollan van amoldándose y esculpiéndose a modo y semejanza de quienes les han criando. Da lo mismo que sean ateos o creyentes, robots o personas, lobos, monos o cabras, lo mejor y lo peor de sus cuidadores se reproduce en la siguiente generación. Si la ficción nos ha dado interesantes ejemplos de humanos criados por animales, la vida real y los denominados «niños salvajes» han confirmado que sin socialización no hay cultura que valga. 

Tampoco debe ser tanto por evitar comparaciones odiosas y la demonización de una religión concreta como por seguir una convención de lo más adecuada para la convivencia como aquella de no hablar de política y religión, cuando se trata precisamente de eso. Los autores de la serie parecen optan por huir de alusiones al cristianismo, el islam, el budismo, el judaísmo o el hinduismo, por citar algunas de las religiones predominantes de la actualidad, para concentrarse en mitologías y religiones pretéritas en su objetivo de ilustrar la lucha entre la razón y la superstición, que es lo que al fin y al cabo son las religiones. 

Así es como el mitraísmo, religión practicada en el Imperio Romano entre los siglos I y IV d.C., se convierte en la base sobre la que se expande la forma de vida de estos creyentes que luchan contra los ateos como cando en u tiempo luchaban contra los cristianos o viceversa. De hecho, crucificada parece «madre» cuando adopta su forma más cruel y despiadada, no siendo casual la elección de su nombre, Lamia, quien se convierte en un monstruo devorador de niños cuando Hera destruye a los suyos al descubrir su relación con Zeus en la mitología griega, aludiendo igualmente a un mito romano, como el de Rómulo y Remo, criados, por cierto, por una loba. 

Asimismo, la serie emula, tanto en su actitud como en su vocabulario, la época de los conquistadores, el siglo XV, aunque más todavía el XVI. Si lo meditamos un momento no solo no es una alusión gratuita, sino de lo más oportuna. Por que si la Edad Moderna supone una época de luz y esplendor humanista frente a la oscuridad de la Edad Media, que a su vez sigue a una época de esplendor como en cierta manera fue la Edad Antigua, actualmente parecemos estar inmersos en una época negacionista en la que nos hemos olvidado de lo que trajo consigo el Siglo de las Luces, luego parece de lo más natural que a esta regresión a la que nos ha devuelto la Edad Contemporánea vaya a seguirle otra de luz en la que los humanos le vuelvan la espalda a la religión y la superstición (definitivamente) para abrazar de nuevo (y por fin) la razón y el pensamiento.

Y en esta lucha es en la que se instala muy cómodamente la serie creada por Guzikowski, de la que esperemos que no termine por apoderarse el espíritu de Ridley Scott, más que nada para que no termine arrastrándola hacia el territorio de los xenomorfos, al que terminó llevándose a los replicantes, por mucho que haya muchos puntos en común entre ambos universos. No está claro que vaya a haber una segunda temporada, por mucho que la serie deja muchos campos por explorar, pero ni es necesario ni tampoco determinante para disfrutar con esta primera, que además de permitirte disfrutar en un sentido meramente evasivo, también te posiciona en una tesitura reflexiva y existencialista con muchos aspectos de la cultura, más allá de la anécdota de esa estética tan de la kale borroka según la que están dibujados estos creyentes. 

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